Las demencias del mundo del automóvil; el monovolumen.

Cuando formas una familia y tienes hijos dicen que la percepción de la vida cambia totalmente, dejas de pensar solo en ti para dedicarte las 24 horas del día a tus hijos. Me sorprende que la gente diga que tener descendencia merece la pena, quizá sea porque no tienen forma legal de rectificar, o bien, no tienen la suerte de tener un jardín muy grande donde dos cadáveres enterrados pasen desapercibidos.

Llegados a este punto, una de las pocas cosas que te quedan como macho alfa de la familia es poder elegir tu propio coche. Y aquí es donde muchos demuestran hasta que punto somos capaces de perder la dignidad.

Como siempre, pensamos en la familia, un coche grande, con un buen maletero donde quepan los bártulos de los bebés y sobretodo, que sea seguro, porque la familia es lo primero.

Llegamos al concesionario con la pareja y vemos toda la gama expuesta, lo que más nos llama la atención es el deportivo, pero lo descartamos convencidos erróneamente de que cuando los niños sean mayores nos compraremos uno. Con más racionalidad miramos con asombro el turismo estrella de la marca, ideal en todos los aspectos. Pero atención! al lado de éste, hay algo con forma de huevo que llaman monovolumen, una mezcla entre una furgoneta y un coche normal, un objeto con cuatro ruedas que a priori no nos llama absolutamente nada la atención, pero que, si bajamos la guardia puede que acabe en nuestro garaje. Al principio dudas si es un coche o no. Ves subir y bajar a la gente de su interior, pero cuando te acercas, abres la puerta y ves que nadie se ha cagado dentro verificas que no es un váter.

A pesar de que sabes de sobra que cuando nosotros éramos pequeños, nuestros padres se desenvolvían perfectamente con coches minúsculos incluso con dos o tres hermanos, vas a bajarte los pantalones y dejar que sea tu pareja la que decida cuál será tu próximo coche para los siguientes diez años de vida.

De ésta manera acabas con un monovolumen, una hostia en toda la cara a 150 años de evolución en diseño y aerodinámica. Un medio de transporte con el mismo espacio interior que el coche del que deriva pero con un puesto de conducción mas elevado y un poco más de maletero.

Un par de cualidades que deben ser muy importantes, porque los inconvenientes son interminables. En primer lugar te dejan elegir el color, un hecho que me sorprende especialmente. ¿Realmente queda mejor un color que otro en un monovolumen? es como si te dejaran elegir el color de la parte trasera de la nevera, un sitio donde a nadie se le ocurre mirar porque es probablemente la parte más horrorosa de una casa.

Para todo aquél que alardee de la comodidad de conducir un monovolumen gracias a su elevada posición, tiene que saber que si hasta ahora los coches no eran altos era por un motivo bastante lógico, el centro de gravedad. Es decir, a partir la ahora la frase de este afortunado conductor debería ser; - Este coche es una maravilla, se conduce con una visibilidad fantástica, el único problema es que al ser más alto vuelca con mayor facilidad, frena menos que un coche normal, tiene menos estabilidad y además, como la superficie frontal es mayor, gasta más y corre menos que el modelo del que deriva a igualdad de motor, pero como aún no hemos volcado, estoy contentísimo.

Y tu pareja, encantada. Al subir al coche se coloca sus gigantes gafas de sol -ubicadas en una de las 300 guanteras- que utiliza para taparse la mayor parte de cara posible, el cuidado de los niños lo ha antepuesto a todo lo demás, y lo que antes eran ahorros para ir al gimnasio o comprarse la crema para las arrugas de la cara, ahora son para encantadoras piezas de ropita y juguetes diseñados para niños tontos, porque se ve que los niños de ahora tienden a comerse todo lo que les pueda matar. Esto último merece una entrada a parte, ahora tratamos solo los monovolúmenes, aunque nadie ha descartado la posibilidad de que ambos aspectos estén relacionados. El niño se vuelve retrasado al sufrir el trauma que le provoca tener que llegar al cole cada día en la horrenda furgonetita de papá.

Luego, los niños crecen, mamá se compra un Mini y papá se queda con una huevo-furgoneta vieja completamente devaluada en el mercado de segunda mano y un diseño que le sientan peor el paso de los años que a un condón usado a pleno sol. Pero como la familia es lo primero, no te arrepientes de tu elección. Afortunadamente, para los nostálgicos el interior sigue oliendo a pañales rellenitos de mierda de bebé, que como todo el mundo sabe, como son encantadores, su mierda huele, pero no molesta.