dijous, 10 de novembre del 2011

Desequilibrios de la función y la forma.


Esta entrada ha sido escrita por un seguidor del Blog. Se lo pedí yo personalmente por qué tiene un trastorno mental parecido al mío y sabía que podía escribir algo que encajara perfectamente en Cocotero Lifestyle. 

Autor: Scrothal Avenger

Desequilibrios de la función y la forma.

El ser humano, ese animal despreciable, invasor y autodestructivo que ya cuenta con 7.000 millones de ejemplares, demuestra, una vez más, que su capacidad de juicio e intelecto se encuentran en una grave crisis. Sin recurrir a ejemplos trascendentales, se puede observar la ineptitud humana en cualquier área pero, dado el sesgo automovilístico del blog, ilustraré el comienzo de esta entrada con uno de los “descubrimientos” del movimiento hellaflush, las llantas steelies.

O lo que es lo mismo, esa mítica llanta de chapa que, semienterrada, adorna los descampados de los desguaces de media España. Su exquisito look fue apreciado por gente de todas las etnias y desafortunadamente tuvo que pasar a un discreto segundo plano tras extenderse la llanta de aluminio. Por fortuna, algún iluminado, henchido en gracia divina, ha vuelto a colocar las steelies en el lugar que nunca debieron de abandonar. Pero pasar del descampado al vehículo tiene, como no, sus pequeños inconvenientes. El más significativo es que ahora el coche, al haberle instalado cuatro tarugos de masa no suspendida, gana un sobrepeso equivalente a  100 kilos, lo cual hace que consuma más, que adquiera las cualidades dinámicas de un Land Rover Defender “Forestal reten edition,full nigerian loaded” y que frene peor que Justin Bieber en su primer coitus interruptus. Nimiedades ensombrecidas por las grandes ventajas aportadas. En este caso, convertirse de la noche a la mañana en una figura respetada en foros, ser cool y marcar tendencia, cosas mucho más valoradas en nuestra entrañable sociedad que la funcionalidad. Y olvidaba la ventaja más importante, rodar con tus steelies y sentirte el boss es el bálsamo perfecto para olvidar el escozor de las collejas recibidas por tus compañeros de clase cuando eras un pardillo. 

Por fortuna, los desequilibrios entre función y forma no sólo son creados por el hombre. La propia naturaleza nos ilustra con innumerables y magníficos ejemplos.  De entre ellos, cabe dedicar un pequeño espacio a ese prodigio de la ingeniería natural, el chocho. 
De discutible estética, en algunos casos directamente desagradable, ofrece una variabilidad funcional y una flexibilidad de uso admirables. Capaz de admitir desde el micropene de un conductor de M3 hasta dejar escapar una tierna cabecita de bebe, su placentero uso y disfrute garantiza que la población siga en aumento. Existen chochos sobrenaturales, que cambian de funcionalidad de tal manera que adoptan la de elementos totalmente opuestos. Es el caso de Ángela Merkel, que hace lo que le sale del chocho y lo que consigue es darnos por el culo a todos.

Y ya que hablamos del culo, este estrellado anexo del chocho realiza prácticamente sus mismas funciones, con más solvencia de la imaginable, y estéticamente es más gracioso. Aunque en este caso la balanza de la función y la forma puede desmoronarse por los suelos de manera abrupta. Solo hay que atiborrarse en un restaurante mejicano y esperar dos horas.

Lógicamente la contrapartida varonil también tiene su idiosincrasia en este tema. De forma sosa, casi simplona, pero de carácter caprichoso, el pene camina cual funambulista en la cuerda de la funcionalidad. Es como un amigo cabrón, pues te toca los huevos, espera que te vengas arriba en los peores contextos inimaginables y de buenas a primeras te deja tirado en los mejores momentos de tu vida, pero no te queda otra que aguantarlo, al fin y al cabo es un amigo.

Si no podemos confiar en la naturaleza para encontrar el equilibrio entre función y forma, que podemos esperar del género humano. Para todo lo demás, cocoterolifestyle.


Scrothal Avenger

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